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Rubia y creativa en 20 minutos

Querida Imma

Es sábado, estoy esperando que pasen los 20 minutos que tarda en hacer efecto la tintura de pelo código 9.10 sin amoníaco (no, no soy rubia natural sino nostálgica: en las fotos de primaria parezco hija de holandeses de paseo por la Costa Brava; y no, no he optado por la honestidad eco-radical de las canas, que tan bien les quedan a nuestras amigas).

Es el cumpleaños de mi hijo mayor. Para sus 17 le he regalado una lámpara que se puede controlar desde el móvil, con varias intensidades y temperaturas de luz.

Esta mañana desenvolvió el regalo con ilusión y exclamó un “gracias, qué práctico”. Me ha recordado a la reacción que tenía cuando mi abuela nos daba calcetines para Navidad.

Le he aclarado que no es solo una lámpara. Es literatura. Es El mundo de Sofía, El miedo a la libertad, varios de Auster, el último de los cuatro tomos de Juego de Tronos y todo eso que se acumula en su mesa de noche con la excusa de que no tiene con qué alumbrarse para leer en la cama.

Es un remedio contra el insomnio. Es conocimiento. «Estarás iluminado, literalmente», le dije. Así de profunda soy cuando educo, sí.

Sospecho que, con o sin luz, la décima partida del LOL seguirá siendo una opción más tentadora que la filosofía.

Tu niño aún está en primaria, ya me contarás cómo te va con la cruzada “infodetox” cuando se acerque a los once. Habrá cinco revoluciones digitales más hasta que le toquen el acné y la madrefobia. Aún te mira con cara de enamorado. El paso a observarte con mueca de asco es sutil pero un día te das cuenta de que ya no hay vuelta atrás.

“Mamá, ¿la pubertad llega de golpe o poco a poco?” me preguntó mi hija a los nueve.

Volviendo al tema de la lectura, últimamente no soy el mejor ejemplo.

Me he convertido en fan de los audiolibros, descubrí que puedo “leer” aunque esté picando cebolla o después de apagar la luz, como si me recitara una madre amorosa mientras me duermo.

Este que acabo de empezar, “Libera tu magia” de Elizabeth Gilbert, me lo recomendaste tú. Está sonando de fondo mientras escribo. De hecho es la razón por la que me ha dado un súbito ataque de escritura en medio de mi peluquería casera.

El de Mari Kondo lo escuché en el tren, si no capaz que me pongo como loca a ordenar la ropa interior por colores.

Habla sobre la creatividad y está nombrando una infinita lista de miedos. Me siento identificada con casi todos.

¿Qué me detiene a crear? No quiero aburrirte con esa enumeración de excusas, lo hemos hablado demasiado.

Me gusta también ese concepto de la Gilbert que tú me señalaste: una idea te abandona por otra persona si no te pones a trabajar con ella.

Las ideas originales son como esos maridos cincuentones nada originales que se van con una chica veinte años más joven.

Me ha pasado. Lo de las ideas y lo del marido.

He tenido ocurrencias que luego vi plasmadas en proyectos de otras personas. La primera reacción es de removerme resortes de rabia y de envidia.

La segunda capa de sentimientos es de mi yo más zen: “Gracias, entiendo el mensaje, la diferencia entre la ‘usurpadora’ y yo es que he dejado pasar el tren de la inspiración mientras la otra lo tomó.”

Mi experiencia con la pareja es más compleja y merece otro capítulo. Hemos vuelto con mi ex-ex, tengo la esperanza de que con los proyectos también haya segundas oportunidades.

Nuestra autora de referencia, en cambio, afirma: “Mejor decirle adiós con dignidad y pasar a la siguiente”. No está hablando de relaciones amorosas sino del proceso creativo.

No regrets. Aquí y ahora, aunque la musa te pille con la cabeza pegajosa y los sujetadores sin ordenar.

Sentarse y escribir. Sentarse y dibujar. Sentarse y diseñar.

Apretar el botón de enviar. Compartir. Lo imprescindible para que esta chispa de genialidad pase del territorio de lo abstracto a lo real.

El acto creativo en sí ya es liberador. El momento de “flow”, de “subidón”, de placer expansivo.

Pero no es suficiente. ¿Qué pasa con todos esos textos que tengo en el drive? ¿O con tus mandalas encerrados en una libreta?

Son como pájaros bellos dentro de una jaula.

Si no se echan a volar, si no crean un diálogo, ni siquiera merecen llamarse aves. O serán más parecidos a gallinas dando saltitos que a gaviotas, por alargar la metáfora.

Necesitan el gesto valiente de abrir la puerta.

Quizá eso quería decir el arroz con leche y no tenía nada que ver con bodas. “Que sepa coser, que sepa bordar, que sepa abrir la puerta para ir a jugar”.

Primero crear, luego compartir. Jugar todo el rato.

Así que, amiga, además de agradecer tu insistencia con este libro, ahí va, decido escribir esto hoy mismo y lanzarlo por la bandeja de salida.

Ya han pasado los 20 minutos de mi tintura. Voy a enjuagarme el pelo y convertirme en rubia 9.10.

Que pases tú también un buen fin de semana y nos vemos el lunes.

Andrea

Querida Andrea,

Me ha encantado tu idea, me ha encantado tu carta, me ha encantado que me escribieras sólo a mi y me ha encantado tener la excusa perfecta para contestarte.

 

Se me ha pasado por la cabeza por un instante coger papel, boli y sobre y escribirte una carta de esas de las de verdad, de las de los viejos tiempos (que tampoco hace tanto jajaja), pero para no dejarme llevar por la ilusión de proyectar ideas y acciones y luego no llevarlas a cabo, me decido por la fácil y le doy a la tecla.

 

Así que tal cual te escribo en el ordenador, dejando que tambien mis palabras fluyan y que salga lo que sea.

 

Big Magic (Libera tu magia) me está transformando igual que el Camino del Artista, lo podríamos subtitular en «cómo transformar tu vida de forma creativa, sana, creando comunidad y pasándolo bien.»
 
A partir de este mes, me he sentido con más ganas de escribir, me encanta escribir mis páginas matinales, me están dando esa agilidad manual al escribir sin obligación, sin filtro, sin miedo, sin tener que escribir algo bello o especial, tan solo dejar salir las palabras que estaban agazapadas en mi interior, queriendo salir así sin más…

 

Tengo más ganas de comunicar desde ese espacio, con una comunicación libre, sin imposturas, fresca… como tus palabras en la carta…

 

Andrea confío tanto en ti y te veo con tanto poder creativo por todo lo que haces, solo falta el impulsito de proyectar al exterior lo que ya está en el interior, eso que ya está preparado, que está esperando ser conocido … porque la gente necesita oír tus palabras, necesita oír tu filosofía de vida, necesita oír otra forma de comunicar desde la esencia y lo auténtico.

 

Lo de tu pelo rubio…  a mi me pasa lo mismo con mi cabello cobrizo… me gusta verme con ese color tornasolado, me da energías, me siento acogida… me siento pelirroja… desde siempre creo. Y desde el primer momento que pensé en teñirme el pelo para cambiar de color hace ya muchos años, cuando estudiaba en Inglaterra, escogí un color bien pelirrojo y desde entonces me enamoré del tono.

 

Siento que ahora ha llegado el momento de brillar, ya por dentro brillamos, hay autenticidad y verdad, hay intención correcta, ahora brillamos también hacia afuera para iluminar e iluminarnos.
 
Continuaremos caminando, afortunada de haberte encontrado en mi camino y poder compartir tantas cosas que nos hacen sentir vivas… pues hay tantas razones para apasionarse por la vida , ¿no?
Bueno ya sabes que una de ellas es ir a la Bibliobosc y perdernos entre sus ramas y buzones.

 

Continuamos querida, gracias por tu iniciativa…
 
Nos vemos mañana en GIrona.
Un enorme abrazo
De pelirroja a rubia
Imma

Imma Lizondo (elteucaminatural.com) es traductora, profesora de Qi Gong y yoga tibetano, y dinamizadora de técnicas de creatividad, entre otras muchas habilidades. Juntas estamos organizando el retiro Paréntesis infodetox. También compartimos el trabajo cotidiano en Mujer Cíclica.

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viernes 5 de julio
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Un encuentro 100% analógico offline para desintoxicarnos de internet y conectar con una comunicación más satisfactoria, presente y auténtica

 

¿Tienes habilidad gráfica? ¿Capacidades textuales? ¿Actitud tecnológica? ¿O lo tuyo es el talento corporal?
¿Tu tendencia es introspectiva o social?
Tu personalidad define los bloqueos y oportunidades a la hora de sentarte frente al ordenador.

 

Me encantan las cartas y a estas las escribo para mis amigas. No son "newsletters" sino algo así como "old-letters".

Te invito a responderme cuando algún tema toque una tecla en tu interior. Estas líneas son la excusa para  un diálogo.

Dejarme tu email es fácil y gratis y, si mis cartas te hacen perder el tiempo, salirte de mi lista es aún más sencillo.

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