bocetos
Queri…
Empiezo textos y no los acabo
Se quedan en bocetos.
Intenciones sin desenlace.
Todo es tan intenso y tan banal al mismo tiempo,
tan universal y tan íntimo,
tan lugar común y tan único,
tan mío y tan ajeno,
que todos los intentos quedan truncos.
¿Más palabras, más datos, en este océano informativo?
Entonces se me antoja que tiene mucho más sentido sumergirme en la bañera, sin otro fin que el de sentir el agua inundando mi geografía.
Me despierto al mediodía o a la madrugada, nos sentamos a la mesa a horas que no dejan descubrir si es una merienda tardía o una cena con té y magdalenas.
Son las perlas sueltas de un collar que no tiene hilo.
Una catarsis de significados tan profundos que no logran atravesar la cáscara.
Encontrar un argumento, inicio-nudo-desenlace.
El cuerpo quieto, la mente inquieta, el exterior inquietante.
Descubro el silencio inaudito de la ciudad.
Aprendo a mirar por la ventana con detenimiento porque es el único paisaje sin castigo.
Intento adquirir el ritmo de las horas nuevas para hilar una agenda menos caprichosa.
Escribo porque escribir les da una casa a estas oraciones que quieren huir o reunirse con otros verbos, comas, adjetivos.
No sé si esta vez llegarán a los ojos de alguien o serán otro borrador de mi carpeta llamada “textos”.
Otra bocanada de aire sin aliento suficiente para alcanzar la orilla.
Etiquetar las emociones se me hace tarea titánica
Intuyo que la mayor parte del tiempo este encierro me regala calma.
Otras, un brote tímido de desesperación.
Ahora no sé en qué parte de la curva estoy, si este punto forma parte de una línea que sube o que baja.
El gráfico histérico de un electrocardiograma.
Solo tiene sentido encender el grifo, mirar el agua transparente, esperar que la temperatura sea la adecuada y sumergirme.
Hasta que las ideas vuelvan a tener alguna dirección.
Hasta que las direcciones vuelvan a tener alguna idea.
Eso, o todo lo contrario.
un abrazo